Ayer martes me dirigí por la revancha; el escenario había cambiado, fuertes vientos del norte propiciaban un nivel extraño del agua y una correntada un tanto infame. Por la mañana no hubo ni un pique.
A las 20 horas el silbato sonó y el plomo rebatible salió a la cancha. Comencé pescando con anchoíta sola. No tuve resultados hasta que intenté con langostino. Los piques se sucedían en aflojadas. Así clavé dos lindas corvinas, siendo Gustavo Marque y una amable pescadora de ocasión quienes me tomaron las fotos. Como corolario para las bandadas de gaviotas que surcaron el frente toda la noche, una se fundió con mi tanza, la subí al muelle y le quité el nylon enredado de las plumas. Descansó un rato sobre las maderas y cuando se repuso voló enérgicamente hacia el norte.
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