El más profundo deseo del Ser Humano ha de ser la Felicidad. Debemos entender ese estado como compartido, es decir, la aparente sensación de Felicidad en soledad no ha de ser netamente completa y en ese juego de “vacíos” y “llenados”, lo pletórico de esa institución que es destino de vida sería hallar un ser especular, por acción o complemento, pero que nos desborde de gozo con sus cualidades. La pesca deportiva por muchos años ha tenido el estigma del machismo y es una tendencia que tiende a ser reversible, pero todavía subsisten porciones de machos testosterónicos que confinan a “sus mujeres” (nietas, hijas, sobrinas, esposas) a ser meras observadoras de un acto de pesca sin hacerlas partícipes de la actividad. Quiero destacar cómo se involucró en la Pesca Deportiva mi novia Gaby, quien a dos meses del alumbramiento de esta nueva pasión, se Doctoró en Pesca el pasado martes, en el escenario de la final del Concurso de Pesca Interno. Allí capturó algunos bagres de mar, una raya de 1,71 Kg y una tremenda corvina rubia, que obtuvo en soledad en el morro, estando casi todos en el Restaurant del muelle, entregando los premios del mes! La alegría fue tal que llegó corriendo hasta adelante, con un pico adrenalínico y una emoción inmensa! Obviamente que al “maestro” se le caía la baba por “la discípula”. Debo destacar que Gaby es una pescadora de ciclo completo: arma su caña, pone su reel, prepara su línea (nudos e insumos incluidos), encarna, lanza, detecta sus piques, clava y trae. Quizás este aporte sea un tanto subjetivo, pero hace a la belleza del muelle que una mujer le pueda entregar su idoneidad, su dulzura y su femineidad en pos de la pesca...
GRACIAS POR HACERME TAN FELIZ, TE AMO!
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