Después de votar en el cierre de los comicios y aun sabiendo que las mareas no me ayudaban, concurrí a pescar al muelle. En la entrada fui interceptado por Jorge Dal Cin, Omar Sablich y José Luis Rezzani quienes no pudieron socavar mis ansias de pesca con su pesimismo emocional. El panorama era más sombrío que la cerrada noche; desde las 8 de la mañana habían salido dos rayas y su franca retirada trataba de dar respuesta al hastío de la inacción de las cañas.
Al llegar estaba Jorge Rodríguez e hijo junto a Carlos de Aguas Verdes. Ellos habían sacado una de las dos piezas del día. Mi primer tiro fue accidentado, inexplicablemente el 31 pasó por debajo del carretel y corté en el aire. Nuevamente armé todo y me dispuse a pescar. De a poco, todos se fueron yendo. Quedé solo en el muelle cerca de dos horas, con mi cámara y mi caña. Ningún pique y 4 luces de barcos comerciales cercanos.
Luego
llegó Juan, Germán y mi amigo Daniel de Buenos Aires. Parecería que
Dani se trajo el pique, ya que al saludarlo mi caña se sacudió. Di un
par de vueltas y caí en un enganche lejano. Corté de nuevo. Inspiré,
exhalé y armé otra salida. Al menos ese pique me demostraba que había
vida en el agua. Allí comenzaron a salir pescadillas chicas. Encarnando
con anchoíta sola y el tándem con pechuga obtuve 5 piezas. Dani se llevó
3, Juan sacó la única brótola de la noche y un par de pescadillolas.
Unos muchachos que pescaban con rotativo pescaron algunas rayas,
probablemente encarnaban con camarón. Hoy por hoy el desafío es evitar
las rayas grandes sin encarnar con langostino y/o camarón.
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